martes, 2 de julio de 2013
Contraste en la colonización francesa en América
El descubrimiento de América y, sobretodo, el descubrimiento de los indígenas americanos (los «indios», como serían llamados por largas décadas) puso primero a los españoles y luego a los europeos frente a algo totalmente nuevo, a personajes cuya existencia ni era sospechada, más allá de alguna antigua premonición.
Se ha dicho que la impresión de los europeos frente a los indios americanos ha sido algo así como la que tendríamos hoy al entrar en contacto con los extraterrestres: un parangón que ciertamente fuerza los tonos, pero que, con una cierta aproximación, dice la sorpresa, justamente, que los europeos se llevaron al descubrir que no eran, junto con los asiáticos y los africanos, los únicos habitantes del mundo.
Así, empezaron a preguntarse quienes eran esos extraños seres, si eran hombres, y en caso afirmativo (en principio, la respuesta negativa era rara, por lo menos en el ambiente latino) – si eran descendientes o no de Adán, con consecuencias teológicas y morales de gran relevancia.
Se preguntaban también cuál podía ser la edad real (sea relativa, sea absoluta) de ese mundo, de manera que el adjetivo nuevo, que le habían aplicado en seguida, era leído e interpretado en el sentido de una extrema juventud de América respecto al antiguo continente europeo, africano
y asiático. Aunque no faltaron quienes acudían a ese adjetivo simplemente para indicar la flora y la fauna del lugar, tan distintas a las del viejo continente.
Si así de fuerte fue el efecto del impacto, probablemente en eso podamos encontrar una llave de lectura de los acontecimientos posteriores: No la única, es obvio, pero ciertamente significativa. Nos permite, entre otras cosas, comprender mejor las polémicas de los últimos diez años, a
lo largo de los cuales se han fijado los siguientes(actores) del drama.
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